Con inmensa tristeza,  realizamos este primer post de nuestras asociaciones  ya que despedimos hoy a Javier Pardo Ferrer, figura clave de la gastronomía aragonesa, quien falleció a los 56 años en su querido Valle de Benasque. Su partida deja un vacío profundo en todos los que tuvimos el privilegio de compartir con él su pasión por la hostelería y su amor por la enseñanza.

Javier fue un referente en el ámbito culinario. Junto a su madre, María Pilar Ferrer, fundó el restaurante Ansils, ubicado en Anciles, un espacio que bajo su liderazgo se convirtió en uno de los grandes emblemas gastronómicos de la región. Este esfuerzo culminó en el reconocimiento de una estrella Michelin, un hito que reflejó el esmero, la creatividad y el compromiso de Javier con la excelencia culinaria. En los últimos años, sus hijos Iris y Bruno tomaron las riendas del restaurante, continuando con el legado que su padre les transmitió con dedicación y amor.

Además de su labor como empresario, Javier desempeñó un papel crucial en la formación de futuras generaciones. Como profesor de sala en la Escuela de Hostelería de Guayente, dedicó años a la enseñanza, compartiendo su conocimiento con entrega y vocación. Su forma de inspirar a los estudiantes, su entusiasmo y cercanía marcaron a muchos jóvenes que encontraron en él un mentor y una fuente de inspiración. Francisco Fuertes, director de la escuela, destacó su calidad humana, recordándolo como «una persona admirable y muy querida por compañeros y alumnos».

Su pasión por la hostelería no se limitaba a la cocina; también fue un gran amante del vino. Javier fue miembro fundador de la Asociación de Sumilleres de Aragón y de la Asociación de Amigos del Vino de Huesca. Este amor lo llevó a representar a su tierra en eventos nacionales, alcanzando un destacado segundo lugar en el concurso Nariz de Oro, un reconocimiento que evidenció su talento y conocimiento en la sumillería.

Quienes lo conocimos sabemos que, más allá de sus innumerables logros, Javier era una persona cálida, generosa y comprometida con su entorno. Su legado no solo se refleja en los éxitos que dejó tras de sí, sino también en las relaciones que cultivó, en el ejemplo que ofreció y en la pasión con la que vivió cada día.

Hoy, la comunidad gastronómica y educativa pierde a un gran maestro y amigo. Aunque su ausencia deja un inmenso dolor, su recuerdo seguirá vivo en cada rincón del Valle de Benasque y en los corazones de quienes tuvimos el privilegio de caminar a su lado.

Descansa en paz, querido Javier. Tu legado y ejemplo perdurarán para siempre.

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